"El reto es conseguir que una persona con TC tenga una máxima calidad de vida"

Entrevista a Emma Badia, psicóloga en la fundación AMPANS

Emma Badia es psicóloga de la fundación AMPANS y ayuda a personas con discapacidad intelectual y trastornos de conducta y a sus familias a hacer frente a su día a día.

 

 

¿Cuánto tiempo llevas trabajando en AMPANS? ¿Qué cargo tienes actualmente?

Hace unos 17 años que trabajo en AMPANS. Actualmente soy psicóloga del servicio residencial para niños y adolescentes y personas adultas de la fundación.

 

¿Con qué perfil de personas trabajas?

Trabajo con personas con discapacidad intelectual. Generalmente son niños y adolescentes, pero también hay adultos que tienen unas necesidades específicas, como pueden ser alteraciones de conducta, autismo o enfermedad mental.

 

¿Cómo es tu día a día en AMPANS?

El día a día es variado: no hay un día que sea igual. Pero la jornada tiene un objetivo común, y es garantizar que las personas tengan una atención de calidad y que sus planes de atención sean lo más individualizados posible. De hecho, el día lo podríamos separar en tres funciones.

Una sería evaluar la conducta de estas personas y planificar la intervención más adecuada: analizando los espacios y adecuando el material.

Otra función sería acompañar, asesorar y formar a los profesionales de atención directa, que son los que mayoritariamente llevan a cabo esta intervención, para que esta sea la mejor y conseguimos el mayor éxito posible.

La tercera rama sería hacer un seguimiento directo a las personas con discapacidad; un seguimiento psicológico individualizado y directo a las personas.

Esto no lo hago sola: lo hago en coordinación con el SESM-DI [Servicio Especializado de Salud Mental para Personas con Discapacidad Intelectual], con el responsable higiénico-sanitario y con todos los equipos profesionales de los hogares-residencia.

 

«Lo que quiere la familia es tener la seguridad de que su hijo estará bien atendido.»

 

¿Cuáles son las necesidades de una familia que acude a AMPANS con un «problema de trastornos de conducta»?

Una familia, cuando tiene un hijo o hija con discapacidad intelectual y trastornos de conducta, lo que busca son herramientas y recursos para poder atender y garantizar la mejor atención posible a su hijo.

Los padres también necesitan la seguridad de que su hijo estará atendido para toda la vida y que esta atención será óptima, garantizando los máximos de calidad de vida. También que le den la confianza que su hijo estará bien atendido por profesionales expertos que velan por lo mejor para él o ella.

También buscan recursos para hacer más fácil el hecho de tener un niño/a en casa. Al final, lo que quiere la familia es tener la seguridad de que su hijo o hija estará bien atendido, y estar asesorada sobre cómo lo pueden tratar en casa.

 

¿De qué recursos dispone la entidad para hacer frente a los trastornos de conducta?

Hay una escuela de educación especial con unidades específicas para niños con alteraciones de conducta y unidades específicas para autismo. También hay unos hogares-residencia infantiles donde se atienden niños y adolescentes con discapacidad intelectual. También hay unidades dentro de estos hogares-residencias que están especializadas en autismo, y otros hogares que están especializados en atender a personas con trastorno de conducta.

Si pasamos a la etapa adulta, hay una residencia para personas con trastornos de conducta y una residencia de adultos con apoyo generalizado. También está el centro ocupacional y los hogares-residencia, que pueden atender a personas con trastornos de conducta leves.

 

¿Cuál es el reto a alcanzar en cuanto a los trastornos de conducta?

Que una persona, aunque tenga discapacidad y trastornos de conducta, pueda tener una máxima calidad de vida y pueda tener un funcionamiento lo más normalizado posible, y que estas alteraciones no interfieran en su día a día. Esto quiere decir que hemos hecho bien el trabajo: que hemos podido hacer unos planes individualizados, que hemos podido adaptar las estrategias, que hemos enseñado las habilidades y hemos podido hacer modificaciones que a esta persona le han permitido adaptarse a su vida, para ponerlas en práctica y que les funcionan.

 

«El reto es conseguir que una persona, a pesar de tener un trastorno de conducta, pueda tener una máxima calidad de vida.»